Por cuestiones logísticas, me he visto forzado en los últimos días a viajar en el Transporte Colectivo de la Ciudad (aka “mionca”) hacia mi trabajo.
Finalmente, esto ha sido harto entretenido. Las últimas veces que lo hice fué en mis días de estudiante, cuando me importaba un comino lo que pasara ahí arriba. Ahora, bueno… pone uno mas atención a todo.
Entrando al tema, me llamó mucho la atención un detalle bastante peculiar: una señora, con su hija tomada de la mano, fué desde la mitad del camión hasta el lugar del chofer para pagar su pasaje **antes** de bajarse. Puede parecer un detalle insignificante, pero en estos tiempos que vivimos: ¿no es extraño que esta señora no se hiciera la __olvidadiza__ y se bajara sin pagar? Estoy seguro que el chofer ni siquiera recordaba que se quedaba un pago pendiente.
Por otro lado, otra señora sentada atrás de mi platicaba con -al parecer- un extraño desconocido para ella, sentado a su lado. Le comentaba algo como: “Yo les enseño a mis hijos que deben ser caballeros y honestos (en sus propias palabras, claro). Ya si ellos dos aprenden, que el mundo gire”.
**ááááCUANTA SABIDURíA, CARAMBA!!!!**
En lugar de andar __baboseando__ con el típico “para que cambio, si todo va a seguir igual”, preocupémonos por cambiar nosotros mismos y el entorno que esté a nuestro alcance. Tal vez suene a trabajo __deoquis__ (en balde, o como se le quiera llamar), pero tenemos que entender que, mientras no contemos con una enorme palanca para cambiar todo nuestro sistema, si contamos con pequeñas que pueden hacer una diferencia, aunque sea a largo plazo.
Abur!
PD: Mañana el ginecólogo nos confirmará si realmente tenemos un embrión o no.